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Viaje a la Alcarria

28 - Febrero - 2014 en cicloturismo

Rutas en Vilafermoso de Tajuña (Guadalajara) y Casa de Campo (Madrid) a principios de febrero.


Permítanme una reflexión. A menudo criticamos a los políticos, cuando no son más que un reflejo de la sociedad.

 

En los últimos meses asistimos a espectáculos dantescos en plazas y avenidas plagadas de personas dispuestas a arriesgar sus vidas para derrocar a líderes que, dicen, sólo buscan su beneficio personal en contra del destino del pueblo. En otros casos, dirigentes encorsetados en sus trajes de diseño y apretadas corbatas tratan de disimular su pésima gestión creando conflictos que lleven a un segundo plano sus carencias. Les podemos denostar tanto como queramos, pero difícilmente vamos a conseguir nada positivo. Básicamente porque cualquier revolución acabaría siendo liderada por el interesado de turno.

 

Pues bien, viene esto a colación de mi convicción de que sólo podemos cambiar las cosas cercanas a nuestro ámbito. Eso de revitalizar la sociedad queda muy lejos. Al final, después de todo, siempre llega alguien que la jode. Lo penoso del asunto es que nos pasamos los días refunfuñando sobre quienes nos gobiernan, cuando en el fondo somos iguales que ellos. Generalmente, los que más merecen la pena son los que se retiran de la política a tiempo, porque son los que no quieren entrar en la rueda de la corrupción, los engaños y el despotismo. No obstante, siempre hay a quien parece irle la marcha, y se agarra a su afán de protagonismo no sé muy bien para qué.

 

Otra de las cosas que suelen ocurrir con frecuencia es que cuando hay que dar un paso adelante, sólo se molesta uno cuando el premio es bailar con alguna tía buena. Si lo que procede es trabajar, resulta bastante más cómodo quedarse a la retaguardia, dispuesto a clavar tantos puñales como sea necesario a quien realiza el esfuerzo. Incluso si lo hace con gracia, alguno se la reirá.

 

Pese a mi perfil teóricamente más científico, según parece, siempre he defendido que las matemáticas son muy cuestionables en algunos aspectos. Dos y dos no siempre son cuatro; ya que en muchas ocasiones se resta, o incluso se divide.

 

Perdonen ustedes la parrafada. Simplemente quería dar algún esbozo de mis pensamientos; centrados básicamente en vivir y dejar vivir. Hay actitudes que podrían asustar, no sé muy bien con qué oscuro fin. Tal vez alguno de esos países a los que hacía inicialmente referencia acaben partidos en varios más pequeños; quizá más avenidos. A estas alturas, mi opción es disfrutar de un dulce exilio y esperar. Al final, todo va a su cauce, o no. En función del devenir de los acontecimientos, me uniré de nuevo a ese gran país con sumo gusto; elegiré alguna de sus pequeñas o grandes repúblicas fruto de la segregación; me nacionalizaré en otra diferente, o haré lo que me venga en gana. De momento, vivo en mi isla desierta, tan feliz.

 

"Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza". Pero ahí, en mi isla desierta, el Gran Hermano no vigila. En definitiva, debo dejar de leer a George Orwell.

 

1 de febrero. Suena el despertador. Esta vez me encuentro en Madrid. No me quiero obsesionar con coleccionar puertos a tutiplén, pero sí disfrutar de paisajes increíbles siempre que se pueda. Para esto del cicloturismo soy una puta barata. Hay quien prefiere hacer siempre la misma ruta como un reloj suizo. Decisión muy respetable. Personalmente, me parece una opción muy aburrida. Así pues, como bien es sabido, siempre trato de evitarlo. Esta vez, la excursión me conduce a un pequeño pueblo de Guadalajara, Valfermoso de Tajuña. He tratado de no emular al sargento Bevilacqua en sus rápidos viajes a la Alcarria con Virginia Chamorro; más que nada porque a ellos no les van a multar en pleno acto de servicio.

 

A muy pocos kilómetros de la capital de provincia, esta pequeña localidad se erige sobre un pico que conforma una meseta desde la que se divisa el valle del río Tajuña. Por casualidades de la vida, he acabado descubriendo Lupiana, otro pueblo más o menos cercano, y he diseñado sobre la marcha la etapa a realizar. Inicialmente, sólo tenía claro que debía realizar la ascensión a Valfermoso. Una vez estudiado el terreno, me he decantado por trazar algo así como una "Y" teniendo como vértices Valfermoso, Valdeavellano y el Monasterio de Lupiana.

 

Me ha encantado la ruta, La ascensión inicial a Valdeavellano es justo lo que necesitaba. Relativamente larga, tendida, sin circulación de vehículos. Te acaba invadiendo una sensación de paz muy gratificante, en el corazón de las montañas de Guadalajara, increíblemente adecuadas para rodar a estas alturas de la temporada.

 

Al principio de la ruta he sentido la amenaza de la lluvia. Me hace gracia la gente de Valencia cuando se queja del tiempo. Cada vez que hablan del frío, me entra un cosquilleo que recorre medio cuerpo y no puede evitar que me acabe descojonando vivo. Perdonen ustedes los modales, o la falta de ellos, pero es que viene a ser como si uno de esos mastodontes que no caben en su traje de empresa se quejara del hambre que pasa cuando sólo le ponen un plato en la mesa. Ay, señor, coma usted, y si quiere pasar hambre, no reniegue.

 

Tras descender a Lupiana, otra pequeña población, me he decidido a subir el Monasterio de Bartolomé. Sinceramente, desde fuera no me ha parecido tan sumamente espectacular. Antes de ir, no lo conocía. Sin embargo, uno que asume su incultura y trata de aprender lo que no sabe buscando información, acaba descubriendo que es Monumento Histórico Artístico desde 1931. Este monasterio fue construido en el siglo XIV, y en su historia han tenido que ver los Reyes Católicos y Felipe II entre otros. Curiosidades que te ofrece esto de viajar y conocer lugares nuevos, aunque sea por casualidad. Siempre he dicho que tener una mentalidad provinciana atonta (aunque seas de capital, igualmente aplicable), y siempre es aconsejable ser abierto de miras.

 

 

De vuelta a Lupiana, he sentido de nuevo la soledad como algo realmente gratificante. "Disfruta de tu soledad, porque estás bien acompañado", decía uno de lso personajes ficticios que creé en un pequeño relato hace ya unos veinte años. Perfectamente aplicable al momento. Tras circular por un pequeño valle, he iniciado la subida hacia Valdeavellano, si bien en esta ocasión no me he desviado hacia esta localidad, sino que me he dirigido de nuevo hacia Valfermoso de Tajuña.

 

He parado un rato junto al río para tomar unas fotografías, y de paso leer algú mensaje de dos buenos amigos (Chevi y David) que estaban almorzando en la etapa de Rodadores. Trabajo encomiable el suyo, dicho sea de paso.

 

La subida a Valfermoso de Tajuña  no es excesivamente complicada. 4.1 kilómetros al 5.5% de pendiente media. Sin embargo, tiene un encanto especial. El curveo inicial es precioso. Herradura tras herradura, siempre tienes en mente alcanzar la meta que divisas desde el propio valle del río.

 

Ya arriba, he aprovechado para pesaer por caminos de tierra en el altiplano, tomar más fotografías y visitar el pueblo, además de divisar la perspectiva del valle desde el punto que observaba con tanta insistencia cuando me encontraba abajo.

 

 

2 de febrero. Esta vez no he necesitado desplazarme en coche. Tocaba paseo por Madrid. No estoy loco. Con la bicleta de montaña te metes por donde te apetece sin más. Si es entre parques, mejor. Así evitas cualquier posible conflicto con algún conductor no demasiado habituado a respetar las normas de educación vial con los ciclistas. 

 

He disfrutado como un enano en la Dehesa de la Villa, la cual normalmente frecuento más con la bicicleta de carretera. Me encantan los caminos, explorarlos sin rumbo, encontrando lugares recónditos en plena capital. En el horizonte, la Sierra de Guadarrama, ésa que tanto disfruto cada año, ésa que me ha proporcionado sensaciones tan encontradas en la Pedro Delgado, ésa en la que los Rodadores nos hemos doctorado con dos estancias muy distintas, pero de las que habrá que quedarse con lo bueno (incluso con la espectacular subida a La Bola del Mundo; ¡un abrazo, Pau!).

 

Después me he dirigido a la UNED, y he cruzado la M30 por un puente acondicionado para bicicletas, dispuesto a llegar a la Casa de Campo... pero me he encontrado perdido. No tengo ni idea de por dónde pasé hace unos meses. La cuestión es que preguntando se llega a Roma, y unos atletas me han indicado perfectamente la dirección. He llegado al anillo cicloturista de Madrid, guiado también por un ciclista de montaña quie me ha llevado con mucha amabilidad y con el gancho puesto un buen rato. Hemos llegado a bordear el río Manzanares, y por ese mismo camino hemos llegado al corazón de la Casa de Campo. No podía faltar la tradicional subida al Cerro Garabitas, centro neurálgico de este maravilloso pulmón de la capital de España, y escenario de diversas batallas durante la Guerra Civil, en la Batalla de Madrid. Desde allí, de nuevo he disfrutado de las vistas de la Sierra, pero también del Palacio Real y del Parque de Atracciones. Bonitos contrastes.

 

Después me he metido no sé muy bien por qué caminos, poniendo a prueba mi destreza sobre la bicicleta. Vueltas, vueltas, y más vueltas; en un lugar en el que te puedes encontrar ciclistas, atletas, paseantes, gente tumbada descansando... En definitiva, personas que disfrutan de una maravillosa mañana de domingo.

 

Por variar, he acudido al Templo de Debod, y de allí de nuevo a la Dehesa de la Villa atravesando la Ciudad Universitaria. Esta vez mis fuerzas no daban para mucho más, tras acumular dos etapas muy interesantes en días consecutivos.

 

Atravesando parques, he llegado a mi destino final. Hablando de la banalidad de la sociedad de hoy en día, cruzando un paso de cebra a ritmo de peatón, no he podido evitar escuchar a una chica de unos dieciséis años decirle a su amiga... "No sé lo que me pasa, que cada vez que tengo novio me enrollo con otro y me encoño de él". Así es la vida. He resistido la tentación de darme la vuelta y propinarle un gran abrazo a esa enorme poetisa. No sabía si reírme o llorar. Al final, he preferido hacer mutis por el foro e irme a casa, que es donde mejor está uno después de disfrutar de una gran etapa. ¡Dios! ¿Dónde vamos a acabar?

 

 

 

 

 

 


Última actualización 02/03/2014 21:32:51


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